miércoles, 18 de febrero de 2009

diario bimensual

Mañana tengo un examen
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Cosas para hacer el día antes de un examen

-Ir al supermercado

-Escribir en el blog
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Vuelvo del supermercado silbando "La internacional". Esto es lo que queda del comunismo: un tipo que, para no pensar en su examen de mañana, silba "La internacional".
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Pienso en cuánto estimula la Universidad a la creación artística. En efecto, las carreras son una fábrica de neurosis, y la neurosis sale siempre muy rentable en las Artes, como es bien sabido.
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El psicoanalista salvaje G. Groddeck identifica la enfermedad con lo indecible, base de la creación poética. Hay quien presume de "lo bien" que escribe. Sus motivos tendrán, pero es tan parecido a enorgullecerse de las enfermedades...
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Hablo con un amigo: sí, hay quien se enorgullece de sus enfermedades.
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Freud afirmaba envidiar a los poetas en El poeta y los sueños diurnos, a la vez que los tachaba de enfermos. Claro, tan orgullosos estamos de nuestra patología, que hay quien nos acaba envidiando.
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Estudio la historia de la Lingüística y las lenguas del mundo. Entre esfuerzos memorísticos de ajedrecista ciego, descubro perlas como estas: un rasgo de las lenguas cusitas es formar el futuro con el verbo "querer" como auxiliar, es decir, le ceden todo el porvenir a los deseos; Dante, que además de ser un poeta único y estar como un cencerro era un buen lingüista, denominaba a las lenguas hermanas del italiano por su manera de asentir (lengua de oc, lengua de oïl...), con cual el castellano era la "lengua del sí".
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Deseos, síes... Esto empieza a interesarme.
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Me voy a dedicar a escribir diarios. Una actividad muy peligrosa, porque uno puede acabar protestando por todo como Tolstoi, o criticando a la gente del gremio, como Garciamartín o Trapiello. Peligrosa también porque, si dedicas toda una jornada a escribir en el diario, se forma un bucle del que es difícil salir.
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Pero lo voy a intentar.
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No por ambición artística, evidentemente, sino porque he descubierto que se venden más que los tamagotchis en su tiempo. Si no me creéis, mirad esta foto tomada (copyright Juan Poyatos) recientemente en un Carrefour:
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Ana Frank, una ninfómana... Ah, la ninfomanía... Por fin una enfermedad de la que poder sentirse orgulloso.