lunes, 24 de marzo de 2008

josé daniel escapa de la nieve

Coma, de José Daniel García, ha ganado el Premio Hiperión.
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Tengo la suerte de conocer el libro desde hace unas semanas, y quiero compartir mi entusiasmo con todos vosotros.
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Mejor que mis palabras puede decirlo una pieza del poemario:
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Como un ángel que escapa de la nieve
despertamos del coma, instante hermoso
que hermanas a los vivos con los muertos.
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Los párpados oscuros fragmentaron
el núcleo carcelario de los ojos.
La luz fundió los restos del acero
inoculando vida a las retinas.
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El blanco de las sábanas, las rosas,
la mano de la madre, los goteros...
Todo era novedad. Todo memoria.
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Sin embargo, los cuervos regresaron,
percutores de ébano y saliva.
El rumor de crisálida cesó.
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En mayo estará en las librerías. No os lo perdáis.
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(la cursiva está alquilada de JRJ)

viernes, 7 de marzo de 2008

frío como la sangre de los otros

Estoy solo. Me gusta estar solo. Solo, pero sabiendo que hay otros, que no estoy solo. Que he elegido un encierro pudiendo estar con ellos. Que luego estaré con ellos y reiremos y no habrá cambiado nada. Ellos me conocen. Hay una imagen de mí circulando por cada uno, extraviada entre conexiones de neuronas que traen recuerdos de la infancia o una lista de tareas o el nombre de un disco, cómo se llamaba, sí, ya lo recuerdo.

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Igual, dentro de mí circulan todas sus imágenes. Su pelo, sus aficiones, sus sonrisas. Sonrisas sin las que no valdría la pena memorizar el resto. Sonrisas de las que he elegido retirarme. Para estar solo. Para escribir. Para pensar.

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Para pensar que tiene que haber otros. Que si no, no podría amarme. Porque solo puedo amarme mediante el amor de los otros. Una flecha no puede clavarse en su punto de origen. No puedo disparar mi amor desde mí hasta mí, y dar en el blanco.

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Todo es deseo, porque del deseo venimos. Si lo abolimos, desaparece el sufrimiento. Pero también la vida. Buddha, Schopenhauer, cuántas noches no habréis pasado en vela meditando un cuerpo ajeno. Que no estabais seguros de que existiera. Pero que os provocaba una sonrisa.

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Solo deseo mediante el deseo de los otros. Lacan lo aclaró: “el deseo comienza en desear el deseo del otro”. Pero su esposa estaba ausente. Había perdido conexión. Porque el deseo no admite tanta teoría.

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Ese casi niño que ronda un cuerpo con la secreta esperanza de reproducirlo tan solo quiere reproducirse a sí. La belleza del otro es un pretexto. No quiere convencer a la muchacha, solo quiere convencerse a sí mismo. Para encajar en el aire. Misterioso, intuitivo, como una nota encaja en un concierto. Para morir discreto con la muerte los otros. Porque tiene que haber otros.

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No tengo ninguna prueba. Pero tiene que haber otros.

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Porque si no estoy solo. Pero no en esta habitación. No en esta casa, esta ciudad, este mundo. Estoy solo sin más, porque no hay espacio. Porque nada es posible sino mi soledad.

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Solo puedo matarme mediante los otros. Rompo en dos el folio que contenía una idea y me siento un poco quebrado. Pisoteo una hormiga y el cosmos pierde un poco. El cosmos que soy yo se debilita.

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Suprimo el archivo donde había demostrado lo contrario, que los otros no existen, que no existo yo, que solo nos pensamos unos a otros para establecer conexiones en el vacío. Conexiones, claro, vacías.

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Grabo este archivo que quiere decir que sí, que todo existe. Lo copio y lo pego en la nueva entrada del blog.

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