domingo, 31 de agosto de 2008

el arte es inagotable; los artistas, agotadores

Hoy cumplo veinte años en el mundo. Y sé que no es gran cosa, pero trae consigo un par de canciones, Volver ("Que veinte años no es nada / y es febril la mirada" y no sé qué de las sombras errantes) y Ara que tinc vint anys, de Serrat, y las dos están bastante bien ("Ara que em sento capaç / de cantar si un altre canta. / Avui que encara tinc veu / i encara puc creure en déus..."). Mejor que Quince años tiene mi amor, sufrida por todo hijo de vecino... A lo que iba, que ya va siendo hora de definirse un poco. Y con cosas que realmente digan algo de esta personita, no en plan varón-mayordeedad-español-soltero-heterosexualquesesepa-etc. Ahora mismo, ya que me he levantado guerrero, me voy a definir mediante mis fobias, que son los que más dicen de uno.
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La entrada está inspirada levemente (reconócelo, gravemente) en la sección "Cosas odiosas" del blog de Guillermo López Gallego (suscribo muchos de esos odios, pero llamo especialmente la atención sobre “Los entrecomillados que se hacen con los dedos en el aire“, que llevo odiando desde niño), cuya lectura recomiendo para todos los que, como yo, amen mucho vivir y todo eso pero a los que la vida, talqueasí, no les guste un pelo. Pues eso, aquí va mi lista abierta de cosas odiosas:
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Los pintores callejeros (los músicos no, son adorables): los de paisajes y, sobre todo, los de caricaturas.
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Los nombres extranjeros castellanizados (por ejemplo, en los lomos de ediciones carcas). Ej.: “Federico” Nietzsche, “Fedro” Dostoievski, “Carlos” Dickens, incluso “Pedro” Gimferrer.
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Las frases del tipo “No pises la hierba, fúmatela” o “Quiero un pisito como el del principito” (a colación de la casa comprada por los príncipes de asturias) o “¿Te imaginas que hay una guerra y no va nadie?”. Solo sirven para escribirlos a las tantas en las paredes de los bares y dejar que sean lentamente erosionadas por el humo de los porros.
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Los cubos de rubik. Los llaveros con un cubo de rubik. Los cubos de rubik con un piolín o similiar. Los campeones en resolver cubos de rubik.
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Los profesores de, pongamos, Historia de 4º de secundaria que, ante tu poca receptividad de su asignatura, te sueltan: “A mí me da igual. Yo la Historia de 4º la aprobé hace mucho.”
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Los países pequeños. Ej.: Litchtenstein.
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Los ajedreces cuyas piezas no tienen la forma estandar de las piezas de ajedrez. Ej.: Reyes-Luke Skywalker; peones-hobbits.
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Los reclamos publicitarios de las películas como: “Del director de...”; “de los productores...”. Las críticas de películas tipo: “Lo peor: todo. Lo mejor: el final. Es decir, saber que ya se ha acabado.”
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La mostaza.
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Las atribuciones de frases a fraseadores estándar: "Como decía Oscar Wilde...", o "Como decía Groucho Marx..." (como si estuvieran todo el día soltando la misma frasecita). Puntúa doble si es "Como decía Mark Twain..." y triple si “Como decía aquel...” Más odiosos son los que se autoendosan refranes o dichos populares. Ej.: “Como yo siempre digo: Más vale prevenir que curar.”
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Los que defienden exacerbadamente la eutanasia y cosas por el estilo en los debates de la tele. Los que la atacan. El apego por la vida de algunos insectos, que siguen moviendo una patita tras haberlos machacado hasta con el mando del vídeo.
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Penélope Cruz y sus misticismo de entrevista y su inestabilidad religiosa, fruto de sus distintas relaciones: Nacho Cano-budismo; Tom Cruise-cienciología; Javier Bardem-¿?
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Cuando un artista de obra reconocida confiesa que su mayor creación es una que no conoce ni el tato (Álvaro Tato, que sabe de todo). Ejemplo: Sabina afirmando que su mejor canción es Ciudadano cero. O cuando exagera su pasión por el fútbol para ser más amado por el pueblo llano. Ej.: Serrat, o Garci.
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Isabel Coixet.
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Las direcciones de correo formadas por la primera sílaba de nombre y apellidos, derivando en palabras inexistentes, confusas y/o risibles: ejemplos: mitihe, cargosan, gonpelo.
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Pablo Milanés. Todo él. Su persona, su música, e incluso su nombre.
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La gente que usa el y/o (quien lo hace una vez sueña con repetirlo).
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Las ofertas de Vodafone en general. Y en especial, los mensajes de “alguien que no conoces te ha mandado este vídeo".
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Rimar “alma” con “calma”, “camino” con “destino”, “muerte” con “inerte”.
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Los nicks del messenger, en su mayoría, incluido los míos.
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Los experimentos comerciales que derivan en la Fanta de piña, el agua con sabor a limón o las aceitunas rellenas de ¡queso!
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Los juegos de palabras con La sombra del (ciprés) es alargada y Crónica de una (muerte) anunciada. Ej.: “la sombra del euribor es alargada” o “crónica de una gala anunciada”.
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Los juegos de palabras en general.
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Las listas de cosas odiosas, claro.
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Esta mañana (bueno, me he levantado a las 2), ahora que lo pienso, me gustan pocas cosas. Quizá solo, y siendo generoso, el corrector del Microsoft Word cuando cambia “Beatles” por “vétales” (¿estará la SGAE por medio?) (y, según mi cuñada, "parietales" por "apriétales"), el dicho "nombrar la soga en casa del ahorcado" y algunas canciones de La casa azul. Ahí tenéis:
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